lunes, 12 de agosto de 2013

Lluvia de estrellas sin estrellas.

Supongo que cambiar el mundo es demasiado peso para una sola espalda.
Basta con querer cambiar tu mundo para entrar en colisión frontal con la vida.

Cuando la realidad da tantas vueltas que hasta el estómago se revoluciona, hay que pensar en tirar de freno de mano. Empieza la cuesta abajo, agárrate que vienen curvas.

Vueltas de campana. Noto la velocidad de la sangre como ríos que están a punto de desbordarse por mis venas.
Me asusto, salgo corriendo a cualquier rincón donde mantener la mente en calma y bajar el ritmo cardíaco.

Por casualidades de la vida o causalidades del destino, tropiezo con mi momento y mi lugar. Vuelvo a respirar tranquila.

Tumbada en el asfalto bajo un manto de nubes, mientras el mundo gira y se retuerce sobre sí mismo.
Dejo volar la imaginación, las formas del cielo cobran vida en mi cabeza, todo vuelve a tener sentido.


Hoy las estrellas estaban celosas de su intimidad y aún así, han sabido guiarme.