viernes, 25 de enero de 2013

La vida, simplemente, es.

Que la vida no es algo que pase o deje de pasar, la vida, simplemente, es.
Está compuesta por más líneas que la temporal, nuestras dimensiones nos expanden.
Porque encerrarse en una sola, pudiendo expandir nuestro ser hacía todas las posibles?

La más larga caminata comienza con un paso. - Proverbio indio.

Vivo intentando hacer las cosas como las creo correctas, a veces me equivoco, y vuelvo de nuevo, probando desde otro ángulo.

Hoy le he encontrado sentido a las palabras que recibí de una buena amiga en mi viaje al norte. Viaje que marcó un final, pero sobretodo un principio, la puerta entre dos de las etapas de mi vida.

M:  Lola, tía, mueves la arena de la playa con el pie de la misma manera que patinas.
L: Venga ya! jajajaja.

Y sí, tenía razón.
Al fin y al cabo, patinar es un reflejo de mi personalidad (como bien presuponía Holmes en 1989: Extrapolando la información sacada de los indicios en la escena de un crimen se puede elaborar un perfil psicológico y de identidad del actor del hecho delictuoso).

Para mí, el patín es adrenalina, es sentir la velocidad y como se para el tiempo mientras flotas o te deslizas, patinar es fluir, es caerse, es dolor, es volar, es aterrizar con las manos y sin frenos , es levantarse y sobretodo nunca rendirse, es superarse.
El patín ha sido durante demasiados años la vía de escape a mi infelicidad, cuando comprendí, forzosamente,   que es más fácil entender que evadirse, comencé a apreciar la vida por sus detalles. Mi túnel de escape, se derrumbó, y por necesidad, acabé construyendo un puente a todas y cada una de las sensaciones que me invaden hoy en día.
Cuando estás en paz contigo mismo y te sientes bien con lo que haces y como lo haces, los trucos fluyen.
Rompí mi anclaje al tiempo, rompí las cadenas que me ataban a una etapa, comprendí y volé.

Podría decir que mi historia con el patín me ha hecho cambiar.
He cerrado la puerta de mi rabia reprimida para abrirme, y  poder volar un poco más cerca de lo que creo, mi  libertad.

Todos necesitamos algo que encienda la chispa de nuestro despertar de conciencia, yo me topé por casualidad con el mío.

Skateboarding saved my life.



Foto 1: Lola, en el año 2008. 


Foto 2: Lola, en el año 2013.



domingo, 20 de enero de 2013

Seamos luz, por un mundo mejor.


La vida es una llama que prende en el aquí y ahora, y cada cual la hace arder a su manera.
Es la luz que ilumina la oscuridad, el origen de las cosas, la chispa que da la vida.
En la negrura reside el limite de nuestro paradigma, de nuestro marco racional, de nuestras convicciones.

Toda mentalidad evoluciona con el aprendizaje, con la cultura que nos dan y la que nos vamos creando, con las experiencias, a través de los sentidos, a través de sentir los momentos de la vida.

Cada cual se maneja con su método, con su visión de la realidad, con su visión crítica, de una forma u otra, pero a su manera.

Es la visión que cada uno tiene de la vida y la responsable de abrir la cárcel de convicciones o apretujar, con sus manos, los barrotes contra nuestro ser.

Las manos capaces de oprimirnos se abren a medida que la jaula se agranda, cada vez que sus barrotes se alejan, cada vez que aprendemos algo nuevo, agrandamos nuestra llama, transformamos parte de esa oscuridad, en luz.

Y si al caer la noche, nos damos cuenta de algo que hayamos aprendido sobre el vivir, habremos encontrado nuestro camino a la evolución, a ser libres, a ensanchar nuestra cárcel.

Cuánto más intensa es la llama, más oscuridad transforma, porque creando luz, volamos hacía el horizonte. 
Podemos cruzarnos con otras semejantes a la nuestra, y ya lo dicen, dos llamas alumbran más que una sola.

Para poder brillar cuando la oscuridad nos envuelve, nos hace falta romper con los limites impuestos, social, cultural, educativamente, crearnos el nuestro y aprender a valorar las cosas desde ahí.

Cuando la vida pasa sin colorantes ni conservantes, disfrutando de lo natural del ser humano, la humanidad se hace visible.

La humanidad de carne y hueso, humanos que interactúan con humanos y utilizan las máquinas para facilitar ese contacto, la comunicación, el fluir de información.
De manera que, cada vez que compartamos nuestro aquí y ahora, sea cada vez más enérgico, con más color.


Apagando la pantalla, se enciende la humanidad, que como bien dice Jonathan Moldú: "Las personas fueron creadas para ser amadas,Las cosas fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos,es porque las cosas están siendo amadas y las personas están siendo usadas.". 


Imagen: buscando inspiración, Angi volando alto.

lunes, 14 de enero de 2013

Vive.. vibra... vibre? Libre.

Las personas estamos formadas por un 70% de agua.. nuestras células, nuestros órganos, nuestro pecho, nuestras costillas, pulmones, corazón... nuestro Yo en su totalidad, es casi todo agua.

El agua responde ante las vibraciones del aire, ante la energía que nos rodea, positiva o negativamente, pero lo hace.
Mis células vibran ,todos vibramos y así sentimos las alteraciones de nuestro alrededor.

La música altera el aire, la música nos altera, puede hacernos volar en la calma más absoluta, como lo hacen las olas del mar en un día sin viento, o hacer que asumamos un estado de actividad evidente en el que las manos y los pies se mueven por inercia y con vida propia.

Las emociones alteran la vibración de las células.
Cuando de una imagen o una compañía, un dialogo o un olor, un sabor o una simple acción,  nacen las emociones y se sienten a flor de piel, cuando el ambiente vibra en tu sintonia, la energía fluye libremente por los sentidos y por todas y cada una de las moléculas del cuerpo.

La energía que transmite el momento, y la que se devuelve al exterior, es la que nos puede llevar a pasar los momentos más memorables de nuestras vidas.
Si se siente el momento con buena onda, se siente el momento para siempre.

Cuando la vida me forzó a caminar a medio gas y prescindir, por obligación del destino, de lo que me hacía renacer en cada momento de mis días, tuve que aprender a devolver una pequeña buena onda a todo lo demás para no caer en el camino durante demasiado tiempo.
Si de algo me han servido estos largos 4 años, 7 meses y 14 días (aproximadamente), es para aprender a vivir mis momentos con buena onda, dejando que las etapas siguieran su curso, todo a su debido tiempo, que la vida fluya.

Dejé de forzar mis horas, y los días dejaron de pesarme en los hombros. Hoy puedo decir que me siento más ligera, que cada día puede ser un gran día, y si alguno se presenta gris, siempre pueden haber momentos de reflexión, a solas o en compañía. No hay nada como levantarte cada mañana, lavarte la cara con agua fría, mirar tu reflejo y pensar... Buenos días!

Cuando tus minutos fluyen a buen ritmo, desde que ves el sol, hasta que vuelves a tu rincón de siempre y la luna queda alta, las cosas se pueden vivir con más tranquilidad y claridad, incluso en los momentos intensos, la mente lo regula y empieza a funcionar como... dijo jack el destripador, vamos por partes.

Volver a sentirme en sintonia con la vida, volver a verme volar, rodar por el suelo, y sentir las ruedas al girar. Volver a patinar, volver a respirar a pleno pulmón.

Después de que mi cabeza asimilara el momento de vuelta, se ha dado cuenta, de que todo el esfuerzo que había hecho por volver al patín, ha valido la pena ser vivido, no por el objetivo, sino por el camino recorrido.  


 
































FOTOS: Algunos de los recuerdos que me hacen sonreír, antes de irme a dormir.