A veces ni yo misma sé.
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
¿Por qué?
¿Qué clase de motor me remueve por
dentro y me empuja a caminar?
¿Cómo consigo salir a flote en el mar
de dudas, aún cuando el mareo no me deja pensar con claridad y el
estómago se revoluciona por cuenta propia?
¿Cuándo aparecen y desaparecen los
senderos que direccionan mi “sobre la marcha”?
¿Dónde me llevarán mis pasos y los
miles de traspiés?
¿Por qué,
mientras veo que todo gira, que todo cambia con los nuevos - y de
vez en cuando buenos - días, sigo creyendo que todo sigue su camino
y su ritmo necesarios?
Y ahí sigo, en mi vereda, a veces
bien, a veces no, si a veces ni yo quiero ser como yo y otras no
tengo más remedio.