A veces hurgo en mi pasado, o en lo que creo recordar de él. Rebusco y encuentro sillas que cojean, mesas desordenadas y millones de realidades que fueron, que podrían haber sido y de las que no me quiero ni acordar.
Puedo verme desde arriba, con los pies en la tierra y bocabajo sin sentido. Siguiendo el ritmo de los días, sus parones y atropellos a bocajarro. Me confundo y me extingo.
Me despierto, y me olvido.
No recuerdo soñar libre. Cada noche un bombardeo. Y me levanto al filo del colchón. Pero no me caigo, me sostengo con los dientes clavados al vivir.
Y ahí me quedo. A la pata coja, buscando el equilibrio.
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