Estamos tan acostumbrados a darle valor a todo lo que nos rodea y que no lo tiene, que no somos capaces de dárselo a la única cosa que realmente merece la pena.
La vida del ser humano es perecedera pero no sus palabras.
Palabras que demuestran ante todo lo que somos. Y que somos sino un amasijo de emociones y sentimientos revueltos entre neuronas y células?
Enseñarle al mundo lo que rondaba bajo llave en mis adentros... Abrir mi cabeza me ha hecho libre.
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