domingo, 14 de octubre de 2012

Utopías.

Siempre hablamos de como sería nuestro mundo perfecto, nuestras sociedades perfectas y en sí, nuestra vida perfecta. Somos por naturaleza, unos inconformistas.

Pero, a parte de regalarnos la imaginación, alguna vez nos hemos parado a pensar, como podríamos llegar hasta el final de nuestro horizonte? que caminos nos llevarían más deprisa hacía nuestros objetivos?

Sí, lo he pensado, y he llegado a mis propias conclusiones.

En los tiempos en los que estamos es difícil creer en la bondad humana, nos vemos a nosotros mismos como máquinas con gasolina en vez de sangre corriendo por nuestras venas, somos fríos y apáticos con lo que pasa a nuestro alrededor.

El único problema es nuestra falta de imaginación.

Los seres humanos como los animales, aprendemos de nuestras experiencias, somos capaces de relacionar el dolor con el momento de meter los dedos en el enchufe, pero, como aprende un niño que nunca le ha dado por meterlos? quiere decir eso que todos deberíamos ser masoquistas para aprender a vivir? No, claramente no, aprendemos a través de otros mecanismos.

Aprendemos a través de la imitación, a través de las experiencias ajenas, de la empatia, de tener la capacidad de ponernos en el lugar de otro.

Somos seres con emociones, y nos estamos desviando del camino con tanta individualización y marginación tecnológica.

Como podemos tener esa capacidad entonces? Solo hay que imaginar cuanto le habrá podido doler al colega que viene de haberse pegado un buen ostión esa rodilla ensangrentada, y verás como el dolor se te encoje en el estómago aunque esa pierna no sea tuya.

Ese es el poder de la imaginación, de poder abrirnos los ojos a emociones que no hemos experimentado en primera persona.

Y eso significa que solo imaginando llegaríamos a ser libres?
No, aunque pudiéramos imaginar que habrá podido sentir el primer hombre en tirarse en caída libre desde la estratosfera, no podríamos llegar a eliminar nuestros prejuicios.

Tenemos demasiadas barreras mentales, demasiadas normas sociales, demasiado pensamiento nauseabundo en nuestras cabezas y es lo que nos impide imaginar con nitidez.

Solo aquellos que no saben lo que es la vida por definición enciclopédica, son capaces de imaginar y sentir a pleno pulmón.

Los niños, los niños de la imaginación.

Son la base para dejar de jodernos los unos a los otros y empezar a vivir, porque señorxs, esta nuestra vida, no es más que una supervivencia de imitación barata.

Hay que dejar de creernos adultos por mucho que lo ponga en un carnet de identidad, hay que ser más niño, más humilde, en conclusión,  en la inocencia está la sabiduría.

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