martes, 13 de diciembre de 2011

" Se debe hacer el amor o follar, o lo correcto es que te folles al amor?" - Gatillazo.

Esa frase retumbaba en mi cabeza desde aquél balcón con vistas a todas las mentes.


Hacía frío, pero en aquél rincón del mundo era soportable. Nos preparamos bien y dimos comienzo a nuestro vuelo entre hojas verdes.

El ruido del agua al bajar por el río hacía de banda sonora en ese momento que pareció una eternidad mental.

Mi mente voló y empecé a pensar en la libertad, las ataduras y más detenidamente en las ataduras voluntarias.
Ataduras en las que te sientes libre.
Como cuando uno se enamora, firma un contrato con la mayor sinceridad.
Y mi cabeza empezó a masticar la idea del contrato de amor. Una mariconada, si, pero curiosa.

                                                     Contrato para el enamorado.


Requisitos: Tener conciencia.

Sujeto 1: Cualquiera.
Sujeto 2: Cualquiera 2.

Objeto del contrato:

Una relación.


Cláusula I.

Tendrás derecho a separarte de mí cuando realmente creas que se ha perdido la chispa que te regalaré cada día.

Cláusula II.

Solo se cumplirá una norma: No hay normas.
Porque en la relación no deben existir barreras solo la libertad de hacer sentir y expresarse bajo unos valores.

Cláusula III.

No se garantiza una vida de cuento, porque los cuentos se leen, pero la vida se siente.


Firma sujeto 1:                                                                   Firma sujeto 2:

XX                                                                                            XXX

- Después de pensar todo esto, miré la luna que empezaba a brillar y sonreí, porqué si, yo también estoy enamorada. Enamorada de la vida.

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