jueves, 13 de diciembre de 2012

A veces.

A veces, según pasan los días, puede parecer que el tiempo nos asfixia y nos comprime la cabeza, 
que todo nos está sobrepasando. Sentimos que nuestros pulmones son incapaces de asimilar el aire, que nuestro estómago se niega a digerir lo que engullimos, y que la vida se torna dura al masticar.
Nos encerramos en nuestro paradigma de miedos y dudas, y nos metemos de lleno en el barrizal de las limitaciones.

A veces, según pasan los días, nos enredamos en un círculo vicioso de infravaloración, no nos vemos capaces de sostener nuestros brazos y menos aún de hacer caminar a nuestras piernas, o lo que quede de ellas.

Pero cuando todo esto pasa, cuando creemos que el sol solamente sale para achicharrar nuestras neuronas, y la luna se ríe de nosotros cada noche, algo debe cambiar, algo debe transformarse en nuestra tozuda mente limitada.

A veces, necesitamos los días, sola y exclusivamente para la auto valoración y observación de nuestros actos y pensamientos.
¿Realmente estamos haciendo lo que nos gusta? ¿Realmente nos sentimos bien haciendo lo que hacemos? ¿Realmente es necesario preocuparse tanto por aquello que invade cada rincón del cerebro? ¿Realmente estamos valorando lo necesario para ser felices? 

Y cuando la respuesta es no a alguna de estas preguntas, es el momento de que volvamos la vista atrás, veamos cuales son nuestros movimientos y si de verdad estos nos llevan por el camino que deseamos seguir.

A veces, es necesario reinventarse, darse cuenta de donde estamos fallando, o mejor dicho, donde nos estamos fallando a nosotros mismos, y rectificar nuestro camino.
Rehacer el camino no es retroceder, es recordar, observar y coger impulso y fuerzas para utilizar nuestras piedras lo más favorablemente posible.

A veces es mejor darnos un respiro, coger aire, recuperar fuerzas y empeño, y continuar con más ganas.


Foto: Lola en momentos de colapso. Hecha por: Laia Martinez Navarro.

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