miércoles, 28 de noviembre de 2012

La teoría de la cuerda y la montaña.

Todos los seres humanos en esta vida buscamos el equilibrio perfecto entre la razón y nuestros sentidos para seguir evolucionando, y lo hacemos de manera innata.
Nacemos sobre la cuerda, aprendiendo sobre la vida, de manera inocente, dejándonos llevar por los sentidos, pero también por la razón que nos inculcan. A medida que crecemos, y por culpa de este sistema, aprendemos a limitarnos a nosotros mismos cambiando la cuerda por la montaña. Para encontrar el equilibrio, hay que volver a ser niños, hay que volver a la inocencia, hay que desaprender para volver a aprender, hay que volver al equilibrio y hacerlo bien.

Hay dos tipos de personas, las que fluyen y se dejan llevar hasta el equilibrio, disfrutando del camino, y aquellas que conseguir su estabilidad les está llevando a un laberinto sin salida.

Para creer en el equilibrio tenemos que tener claros los extremos, y saber que cualquier cosa en exceso es mala.

La teoría de la cuerda. 

Cuando nos dejamos conducir por la vida, disfrutando de las experiencias, disfrutando de los días, lo hacemos de la misma forma que la bola de una pulsera.
Si estiramos por dos extremos de la cuerda de manera opuesta, la bola va rodando de una punta a la otra según la estabilidad del hilo, hasta que por su propio peso, encuentra el que es su punto medio sin esfuerzo alguno, dejándose balancear, fluyendo.

La teoría de la montaña.

Las personas que no consiguen equilibrar esa cuerda, el camino se les transforma en una montaña, en la que perseguir el punto medio, el punto más alto, no supone más que llagas en los pies y agotamiento. La  búsqueda pasa a ser un calvario y nos sentimos perdidos.
Cuando esto pasa y acabamos exhaustos de tanto perseguir ese punto nos acabamos acomodando en el sitio menos cómodo, entre rocas y cuesta abajo.

Tú decides.


Foto: google images. Equilibrio by: Isabel Aparicio Collados.

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